51 Re: [Fan fic] Llama oscura Lun Feb 09, 2009 2:09 pm
Aysha_93g
Samurai
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Aqui una que no comprende el sarcasmo... ¬¬
Si no me has ofendido...
Ay... a la proxima pongo un xD de por medio para que notes que voy en broma...
Si me hubiese ofendido, no pondria nada xD
Y ya sabras de las vacaciones... bwahahahahha xDDD
Capítulo 15: descubrimientos indeseados
El autobús que Emily esperaba tardó poco en llegar, era, para su suerte, un autobús climatizado. Con los dedos aún entumecidos por el frío, Emily volvió a encender su móvil y miró por la ventana sin verdadera razón, pues el paisaje- nieve, nieve y más nieve- casi no se veía por la completa oscuridad.
“Tres meses de oscuridad... ah, mira, casi como la peli... Creo que comprendo por qué Derek no quería que viniese” pensó Emily, barajando la posibilidad de quitarse un guante “ah, domino el fuego y no puedo calentarme sin quemarme” Se quejó mudamente.
Su móvil comenzó a sonar, la música – con frases como “hear the sound... the angels come screaming” y otras- alarmaron al resto de ganadores de premios- que no pasaban del “claro de luna” de Beethoven-. Emily descolgó rápidamente, algo avergonzada, tras lograr quitarse los guantes.
- Dime, Sam- “¡ah! Está helado” pensó Emily, dudando si poner el manos libres para no tener que pegarse el móvil a la oreja.
-¿tienes tiempo para hablar? ¿Y privacidad?
- Lo primero...- Trató de divisar por la ventana el hotel, pero la completa oscuridad no la permitió ver absolutamente nada.- ni la menor idea y lo segundo...-Emily miró al resto de cerebritos que habían ganado el premio, tenían las orejas (por no hablar de las gafas de culo de botella.) puestas en ella, Emily les lanzó una mirada asesina antes de contestar- rotundamente no.
Los cerebritos desviaron la vista y comenzaron a silbar, alguno trató de aventurarse con la canción que tenía Emily de tono de llamada, pero con los gallos que salieron decidieron dejar de silbar.
- Bueno... te importa llamarme cuando puedas, tengo algo que contarte, y es importante.
- Está bien.
Emily colgó y, aprovechando que se había quitado los guantes, se puso a leer hasta que llegó al hotel. Cogió su maleta sin problemas (Dado que había sido la última en colocarla y estaba la primera) y fue directa a la recepción.
- Ah, los del concurso, ¿verdad?- Emily asintió, dando su nombre y número de reserva, la recepcionista le entregó una tarjeta con su número de habitación (3122). Emily lo cogió y la dio las gracias, después cogió el ascensor y se dirigió a su cuarto.
El dormitorio era igual de grande que su cuarto en el internado, había una cama muy grande con sábanas gruesas y una televisión de mediano tamaño al frente. En una de las mesillas había un teléfono y una lámpara y en el otro un reloj para poner la alarma. Emily se emocionó y dejó la maleta en el armario, sin molestarse en abrirla.
- Esto es el paraíso- musitó, cogiendo los bombones que había al lado de la cama. En una de las muchas mesas que había en el cuarto había una carta con el programa de servicio de habitaciones, Emily le echó una hojeada, aliviada de que incluso el servicio de habitaciones estuviese pagado por la subvención que había ganado.
Entró al baño, también era bastante grande, con un enorme espejo nada más llegar. Emily se sorprendió, estaba muy iluminado y perfectamente limpio, casi se podía comer en la taza del baño. Abrió un cajón, lleno hasta arriba de champús y geles de baño. Se giró para ver la bañera.
- ¡Es enorme!- Dijo Emily, no dudando en abrir el grifo para bañarse- ¡Sales de baño y jabón de espuma! Dios, adoro este lugar...- Se dijo, dejando su móvil al lado de la bañera. Cuando estuvo dentro, marcó el teléfono de Sam.
__________
Sam había entrado sin permiso en el despacho de su padre, el fuego parecía crepitar con más fuerza y, al acercarse, vio que su padre había quemado varias hojas. Apagando el fuego, Sam cogió las hojas, tratando de leer algo, pero estaban tan calcinadas que no se veía nada.
Su móvil volvió a sonar, Sam lo cogió rápidamente, soltando involuntariamente las hojas.
- En buen momento llamas, Em- Dijo Sam, volviendo a coger las hojas, que levitaban en el aire. Sam, mientras escuchaba a Emily, se dio cuenta de que había mantenido las hojas en el aire sin necesidad de ningún hechizo.
- ¿qué pasa? Antes me asustaste- Dijo Emily.
- Antes de eso... ¿Hay alguna forma de “descalcinar” algo?- Preguntó Sam,. Tratando de recordar ella misma.
- Sí, es algo complicado, pero, ¿a qué viene eso?- Preguntó Emily.
- ¿podrías darme una clase avanzada?- Mientras hablaba, Sam extendió las hojas sobre la mesa y se concentró.
- Espera...- Se escuchó el sonido de una llama, Emily pronunció unas palabras y suspiró- espero que funcione siempre... Cuando quemas algo, lo que pasa es que lo dejas seco, si lo humedeces UN POCO y le devuelves mágicamente su color natural se verá, en el caso de que se trate de una hoja de papel o una carta, con magia vuelves a incluir la tinta en las marcas (suena más fácil de lo que parece) y podrás leerlo.
- Gracias, Em- Sam cogió el teléfono, volvió a coger las hojas y las tiró de nuevo a la chimenea, encendiendo el fuego y cogió la copia de las hojas que acaba de hacer, dirigiéndose a su cuarto con sigilo.
Realizó varias copias de las hojas, por si acaso lo hacía mal. Pasó unas horas haciendo pruebas con una nota quemada que ella misma había hecho arder. Sin embargo, siempre se pasaba con el agua, o le daba demasiado calor. Coco permanecía atento a los movimientos de su dueña, infundiendo su apoyo moral. Aunque Sam solía desistir al tercer intento, no se detuvo y siguió luchando por conseguirlo. Fallo tras fallo y hoja quemada ras hoja quemada, a Sam se la acababan las fuerzas.
- Un último intento, no me quedan fuerzas- Sam cogió una de las hojas importantes, en vez de la nota que ella había creado, y se concentró, su cuerpo la dolía y el simple hecho de levantar un dedo la resultaba una tortura; Sam, aún así, se concentró, aguantando el dolor y olvidando el cansancio, se concentró en devolverle muy poco agua a la hoja. Poco a poco lo consiguió y, a la misma velocidad, logró darle el color necesario y vio las marcas de las que Emily había hablado. Sam fue muy, muy lentamente, depositando la tinta en cada hueco. Al terminar, aunque Sam lo había hecho bien, no tenía fuerzas para animar su trabajo, por lo que guardó las hojas en un cajón para continuar en otro momento.
Tras guardarlas y cerrar con llave, Coco se colocó de forma protectora delante del cajón, comprendiendo lo importante que eran para Sam.
- Buen perro- Murmuró Sam, sonriendo, segundos antes de dormirse.
Continuará...
Si no me has ofendido...
Ay... a la proxima pongo un xD de por medio para que notes que voy en broma...
Si me hubiese ofendido, no pondria nada xD
Y ya sabras de las vacaciones... bwahahahahha xDDD
Capítulo 15: descubrimientos indeseados
El autobús que Emily esperaba tardó poco en llegar, era, para su suerte, un autobús climatizado. Con los dedos aún entumecidos por el frío, Emily volvió a encender su móvil y miró por la ventana sin verdadera razón, pues el paisaje- nieve, nieve y más nieve- casi no se veía por la completa oscuridad.
“Tres meses de oscuridad... ah, mira, casi como la peli... Creo que comprendo por qué Derek no quería que viniese” pensó Emily, barajando la posibilidad de quitarse un guante “ah, domino el fuego y no puedo calentarme sin quemarme” Se quejó mudamente.
Su móvil comenzó a sonar, la música – con frases como “hear the sound... the angels come screaming” y otras- alarmaron al resto de ganadores de premios- que no pasaban del “claro de luna” de Beethoven-. Emily descolgó rápidamente, algo avergonzada, tras lograr quitarse los guantes.
- Dime, Sam- “¡ah! Está helado” pensó Emily, dudando si poner el manos libres para no tener que pegarse el móvil a la oreja.
-¿tienes tiempo para hablar? ¿Y privacidad?
- Lo primero...- Trató de divisar por la ventana el hotel, pero la completa oscuridad no la permitió ver absolutamente nada.- ni la menor idea y lo segundo...-Emily miró al resto de cerebritos que habían ganado el premio, tenían las orejas (por no hablar de las gafas de culo de botella.) puestas en ella, Emily les lanzó una mirada asesina antes de contestar- rotundamente no.
Los cerebritos desviaron la vista y comenzaron a silbar, alguno trató de aventurarse con la canción que tenía Emily de tono de llamada, pero con los gallos que salieron decidieron dejar de silbar.
- Bueno... te importa llamarme cuando puedas, tengo algo que contarte, y es importante.
- Está bien.
Emily colgó y, aprovechando que se había quitado los guantes, se puso a leer hasta que llegó al hotel. Cogió su maleta sin problemas (Dado que había sido la última en colocarla y estaba la primera) y fue directa a la recepción.
- Ah, los del concurso, ¿verdad?- Emily asintió, dando su nombre y número de reserva, la recepcionista le entregó una tarjeta con su número de habitación (3122). Emily lo cogió y la dio las gracias, después cogió el ascensor y se dirigió a su cuarto.
El dormitorio era igual de grande que su cuarto en el internado, había una cama muy grande con sábanas gruesas y una televisión de mediano tamaño al frente. En una de las mesillas había un teléfono y una lámpara y en el otro un reloj para poner la alarma. Emily se emocionó y dejó la maleta en el armario, sin molestarse en abrirla.
- Esto es el paraíso- musitó, cogiendo los bombones que había al lado de la cama. En una de las muchas mesas que había en el cuarto había una carta con el programa de servicio de habitaciones, Emily le echó una hojeada, aliviada de que incluso el servicio de habitaciones estuviese pagado por la subvención que había ganado.
Entró al baño, también era bastante grande, con un enorme espejo nada más llegar. Emily se sorprendió, estaba muy iluminado y perfectamente limpio, casi se podía comer en la taza del baño. Abrió un cajón, lleno hasta arriba de champús y geles de baño. Se giró para ver la bañera.
- ¡Es enorme!- Dijo Emily, no dudando en abrir el grifo para bañarse- ¡Sales de baño y jabón de espuma! Dios, adoro este lugar...- Se dijo, dejando su móvil al lado de la bañera. Cuando estuvo dentro, marcó el teléfono de Sam.
__________
Sam había entrado sin permiso en el despacho de su padre, el fuego parecía crepitar con más fuerza y, al acercarse, vio que su padre había quemado varias hojas. Apagando el fuego, Sam cogió las hojas, tratando de leer algo, pero estaban tan calcinadas que no se veía nada.
Su móvil volvió a sonar, Sam lo cogió rápidamente, soltando involuntariamente las hojas.
- En buen momento llamas, Em- Dijo Sam, volviendo a coger las hojas, que levitaban en el aire. Sam, mientras escuchaba a Emily, se dio cuenta de que había mantenido las hojas en el aire sin necesidad de ningún hechizo.
- ¿qué pasa? Antes me asustaste- Dijo Emily.
- Antes de eso... ¿Hay alguna forma de “descalcinar” algo?- Preguntó Sam,. Tratando de recordar ella misma.
- Sí, es algo complicado, pero, ¿a qué viene eso?- Preguntó Emily.
- ¿podrías darme una clase avanzada?- Mientras hablaba, Sam extendió las hojas sobre la mesa y se concentró.
- Espera...- Se escuchó el sonido de una llama, Emily pronunció unas palabras y suspiró- espero que funcione siempre... Cuando quemas algo, lo que pasa es que lo dejas seco, si lo humedeces UN POCO y le devuelves mágicamente su color natural se verá, en el caso de que se trate de una hoja de papel o una carta, con magia vuelves a incluir la tinta en las marcas (suena más fácil de lo que parece) y podrás leerlo.
- Gracias, Em- Sam cogió el teléfono, volvió a coger las hojas y las tiró de nuevo a la chimenea, encendiendo el fuego y cogió la copia de las hojas que acaba de hacer, dirigiéndose a su cuarto con sigilo.
Realizó varias copias de las hojas, por si acaso lo hacía mal. Pasó unas horas haciendo pruebas con una nota quemada que ella misma había hecho arder. Sin embargo, siempre se pasaba con el agua, o le daba demasiado calor. Coco permanecía atento a los movimientos de su dueña, infundiendo su apoyo moral. Aunque Sam solía desistir al tercer intento, no se detuvo y siguió luchando por conseguirlo. Fallo tras fallo y hoja quemada ras hoja quemada, a Sam se la acababan las fuerzas.
- Un último intento, no me quedan fuerzas- Sam cogió una de las hojas importantes, en vez de la nota que ella había creado, y se concentró, su cuerpo la dolía y el simple hecho de levantar un dedo la resultaba una tortura; Sam, aún así, se concentró, aguantando el dolor y olvidando el cansancio, se concentró en devolverle muy poco agua a la hoja. Poco a poco lo consiguió y, a la misma velocidad, logró darle el color necesario y vio las marcas de las que Emily había hablado. Sam fue muy, muy lentamente, depositando la tinta en cada hueco. Al terminar, aunque Sam lo había hecho bien, no tenía fuerzas para animar su trabajo, por lo que guardó las hojas en un cajón para continuar en otro momento.
Tras guardarlas y cerrar con llave, Coco se colocó de forma protectora delante del cajón, comprendiendo lo importante que eran para Sam.
- Buen perro- Murmuró Sam, sonriendo, segundos antes de dormirse.
Continuará...